Cuando el futuro más cercano es hoy acaba pasando que las depresiones, la apatía y la desmotivación se adueñan de casi todo. Nuestros jóvenes están acostumbrados a eso y en los últimos años hemos conseguido entrenarlos para que cada vez lo tengan más claro; doctorarse en algún 'becariado' de 500 euros/mes mientras la alternativa de perpetuarse en una hipoteca infinita por un cuchitril, resuena como una amenaza insoportable en sus cabezas. Casi toda la culpa vuelve a ser nuestra por dejarles caer sin red en este pervertido modelo.

El hombre necesita por naturaleza un ingrediente que siempre se trasladó de generación en generación impreso en el adn de nuestra especie: el sentido de la trascendencia. Han sido muchos siglos donde nada había sin ese impulso, unos se aventuraron a buscar nuevos mundos, sabiendo que la obra empezada quedaría sin terminar entregando su vida en ello para que otros pudieran continuar el recorrido, otros se empeñaron en construir catedrales con secretos de cantero que pasarían de largo sin ver acabada la obra.

Esa tendencia ya no existe ni siquiera políticamente porque el futuro acaba en una legislatura, así que no esperen nada de nadie más allá de lo que pueda ser evaluable en ese plazo. Sucede que a veces aparece alguien que revoluciona la historia y como un enviado rompe con la prisa del resultado y cuando lo encontramos, sin saber por qué, somos capaces de otorgarle valor del único modo que hoy sabemos hacerlo: comprando.

Estos últimos días Elon Musk, físico, multimillonario, conocido por crear PayPal o SpaceX, la primera empresa de transporte aeroespacial en la que gastó 120 millones de dolares de su caja personal para iniciarla, o por anunciar que en 2018 empezará a crear la primera ciudad humana en Marte, lo ha vuelto a hacer.

Desde Tesla, la compañía en la que está dejando su conocimiento con más de 300 patentes que liberó sin más, antes de su vencimiento y con el objetivo, como él dice, «de crear conciencia de la energía renovable y no enriquecerse como empresa, sino motivar al mundo a un nuevo campo por el querer del conocimiento», ha presentado otro automóvil eléctrico con unos niveles de tecnología incorporada aun no vistos, y lo más desafiante, que lo pondrá en nuestras manos a menos de la mitad del precio actual. Los que le seguimos sabemos que no juega, la gigafactoría de Arizona con 5.000 millones de dolares de inversion para construir baterias para todos, no es una broma, ni los más de 100.000 teslas que ya circulan por el mundo con la mayor red de supercargadores gratuitos, tampoco.

Y es que su visión no es para hoy, ni para mañana. Tiene las dosis de trascendencia de los antiguos canteros o navegantes y, seguramente, no le importará que sean necesarias varias generaciones para conseguir que este planeta sea más limpio, o que podamos viajar a otro cuando ya no quepamos; y si nos hacen propuestas así, todos somos solidarios y nos gusta que nos den la oportunidad de participar en esos proyectos porque estos coches no se compran, se encargan y a modo de cuasi crowdfunding cada usuario se embarca en el proyecto.

En las primeras cuarenta y ocho horas más de 200.000 pedidos en su web con 1.000 euros de reserva y una importante dosis de paciencia y confianza para esperar hasta 2018 las primeras unidades. El mercado le acaba de otorgar doscientos millones de euros de confianza a cambio de una ilusión, lo que demuestra que cuando se ofrece trascendencia, futuro, solidaridad y oxígeno para todos, el planeta se vuelve de pronto confiado y solidario.

Ahora sólo queda ir contando los días.