Dice el sabio y extenso refranero español que 'quien se fue a Sevilla, perdió su silla'. Ayer el pleno del ayuntamiento de Cartagena lo recogió por bandera a la hora de dirimir si el voto de un concejal que se ausenta del salón plenario, por cualquier circunstancia, debe tenerse en cuenta o no a la hora de decidir sobre las iniciativas de los grupos municipales.

Ocurrió en una cuestión menor -en comparación con otras mociones que trató el pleno, como la reprobación de la vicealcaldesa Ana Belén Castejón, o la petición de cese del actual director de la Agencia de Empleo, Diego Peñarrubia-, pero paralizó la actividad plenaria durante más de diez minutos.

La moción buscaba la complicidad de la Asamblea para mantener un torneo de tenis en la ciudad, pero al dar paso a la votación se armó el Cristo. Siguiendo la rutina habitual de los plenos -aunque ahora es más variopinta que en legislaturas pasadas-, el alcalde dio por rechazada la moción, pese a que las ausencias en ese momento del plenario daban la mayoría a Ciudadanos y Partido Popular, que votaron a favor. Faltaban la edil del PSOE Obdulia Gómez y la de Cartagena Sí Se Puede, Teresa Sánchez; así como la del propio alcalde, ausente en el momento del voto, lo que dio 11 votos en contra por 13 a favor.

Solución salomónica

Entonces comenzó el guirigay que requirió de la intervención del secretario del pleno, Bernardo Muñoz, quien dijo que según el reglamento, no se deberá contar con el voto de quien se va de la sala, aunque observó que en anteriores plenos siempre se había tenido en cuenta la posición del ausente.

No obstante, el concejal popular Nicolás Ángel Bernal recordó que se han dado situaciones de abandono de ediles en votaciones por no romper la disciplina de partido, quien sabe si acordándose del exportavoz socialista Juan Luis Martínez, ahora de nuevo en el grupo municipal.

La solución salomónica: se respetará el reglamento del pleno y, si el concejal no se encuentra en la sala, no se contará su postura. A partir de ese momento, López se cuidó mucho de contar las manos alzadas en las votaciones.