Son los sentidos de la vista y el olfato los que mas se ven embriagados cuando entras en la Galería de Arte Hervás, de la ciudad de Murcia. El de la vista, que se ilumina ante la belleza de los magníficos óleos y el del olfato por ese sutil perfume a ´Opium´ de Ives Saint Laurent, que usa la encantadora Virginia Hervás, anulando el olor a pintura.

Ella es genuina, tal cual se ve, así, espontánea, rodeada de sus cuadros, de los que se enamora hasta tal punto que cuando le compran uno le sobreviene ese sabor agridulce entre tener que vender y no querer desprenderse de ninguno.

Hace muchos años una niña de Alcoy se vino a estudiar al colegio Jesús María de Murcia. Aquí se hizo mujer y un murciano llamado Francisco Hervás Lafuente se enamoró de ella, lo que terminó en boda. El arte los llevó a Granada donde tuvieron, entre otros, una preciosa hija, Virginia, que creció entre óleos y acuarelas, formándose en el difícil oficio del arte de la mano de su padre. Fue este mismo el que hace 30 años la animo a venir a Murcia y montar una Galería de Arte, y así lo hizo.

Durante estos últimos 30 años, Virginia ha vendido mas de cinco mil cuadros de pintores extraordinarios, como las acuarelas de Galán Polaino, óleos de José María Ortuño, los paisajes de Granada de Fernando Córcoles, o de la Sierra de Cazorla de José María Alonso. Se la ve embelesada hablando de las pinturas de los otoñales del Pirineo de Miguel Peidró, de los campos de amapolas y almendros de Jorge Carbonell, del hiperrealismo de los bodegones y flores de Santiago Nicolao, o esos cuadros de libros antiguos con su clásico colorido de Manuel Frías que te transportan a la época de Cervantes.

Escuchándola pierde uno la noción del tiempo; son tantas las anécdotas que cuenta y el amor sublime hacia sus cuadros que casi no me atrevo a interrumpirla, pero hay que hacerlo. ¿Qué dicen tu marido y tus hijos de tu entrega absoluta a tu profesión?, ¿cómo lo llevas?... Me contesta que está soltera por falta de paciencia, que no de buenas oportunidades. Piensa que la relación de pareja es un trabajo de mucha responsabilidad y que nunca ha tenido paciencia para llevarlo. Aunque eso no quita para que le den envidia las relaciones de pareja de muchos años, que sí, que es bueno vivir con alguien al que amas.

La miro fijamente y noto como se le iluminan los ojos€, como si la memoria le hubiese traído a este momento algún amor pasado€, pero no dijo nada y yo continué. Me contó dos anécdotas, entre muchas y muchas de las que podría contar. Eran los años 90, y aunque la gente sabía ya mucho de pintura, llegó a su galería una señora que estaba interesada en una bailarina. Fue un descuido, un «uy, que bonita» y la señora se marchó por la puerta. Le había pasado la mano a la cara de la bailarina que estaba recién pintada, dejándola como el cristo de Borja. En otra ocasión escuchó el rascar de una uña con algo y cuando miró había otra señora rascándole los relieves a un bulevar parisino, obra de Emilio Payés€, «pero la gente de Murcia, ya entiende mucho de pintura», me dice. Lo que más le gusta a los murcianos es el impresionismo y el hiperrealismo.

Ha sido y es muy feliz durante estos 30 años en Murcia, la gente la adora, ¡cómo no!, con lo que se hace de querer. Virginia, es elegante y presumida, tiene porte y clase, es súper educada y un encanto, el tiempo pasado junto a ella se hace corto.

Me interesé por sus dotes culinarias, pero por ahí poco hubo que rascar€, lo que mejor cocina es atinar en las molduras de sus cuadros, que ella misma elige.

Y ahora el selfie€, ¡ahí voy!€, con la obra de arte mas preciosa de la Galería€, ¡chsss€!, ojito€, que me refiero a la que está a mi lado, no a la que hay detrás.