Ahora, en primavera, los cartageneros celebramos la Semana Santa, que sin ofender a nadie, creo que es la fiesta con mayúsculas de nuestra ciudad. Es la época en la que nos echamos a la calle para disfrutar de algo que sólo ocurre aquí, la auténtica y singular expresión del ser de un pueblo. Nuestra Semana Santa posee múltiples lecturas: la evidente faceta religiosa, el indiscutible valor como bien cultural, polo de atracción turística y motor de la economía...

A cada habitante de nuestra ciudad, la Semana Santa le evoca gran cantidad de imágenes, recuerdo de épocas pasadas; el Jesus en la Pescadería, el San Juan por la calle Mayor, el canto de la Salve en la puerta de Santa María o la Virgen del Amor Hermoso subiendo por la calle del Cañón . Pero seguro que todos sabemos de qué hablo. Cada uno poseemos nuestras propias experiencias, y muchos, más intensas que las de un servidor.

Entre todos estos recuerdos cobra en mi mente especial relevancia, sin contar con la Basílica de la Caridad y Santa María de Gracia, tres edificios singulares sin los cuales la Semana Santa de Cartagena no sería la misma; la Puerta del Arsenal, el Gobierno Militar y el Parque de Artillería.

La Puerta del Arsenal es la única puerta que se conserva de las que se construyeron en las murallas de Cartagena en el siglo XVIII. A mediados de ese mismo siglo se le añade la torre con reloj. La excelente conservación de este monumento y el esmerado cuidado que se le dispensa al reloj desde 1934 por dos generaciones de la familia Carrión, es una muestra de un acertado criterio de protección. La configuración de tres arcadas, la central de mayor tamaño, sobre la que reposa la torre, y la dos laterales de menores dimensiones, conforman un conjunto de liviano aspecto, que podría parecer paradójico al tratarse de un elemento defensivo.

El edificio del Gobierno Militar de Cartagena data de el último cuarto del siglo XIX. Su uso continuado ha asegurado una excelente conservación. No se trata de un edificio monumental, aunque su espectacular ubicación, sobre la Muralla del Mar y sus espléndidas vistas al puerto y a la plaza Héroes de Cavite, lo conforman como una de las construcciones más admiradas de Cartagena. Otra de sus peculiaridades es la gran balconada con cierre de madera que decora su fachada principal, y que recuerda a edificios habitualmente situados en latitudes más septentrionales.

El Parque de Artillería es el último de los edificios singulares que relaciono con la Semana santa de Cartagena. La fachada fue reconstruida a principios del siglo XX, pero si queremos observar el aspecto que hubiese lucido este frente principal en sus orígenes, solo tenemos que contemplar los paramentos laterales, ya que conservan, en mayor medida, el aspecto primitivo. Se trata de un edificio neoclásico de planta rectangular, dividido en cuatro cuerpos y dos patios en su interior. Tras años de decadencia, la adaptación del edificio a su nueva función como Archivo Municipal y Museo Histórico Militar, ha vuelto a lucir con renovado esplendor. Evidentemente el abandono de una edificación acelera su deterioro, por el contrario, dotar a una antigua construcción de nuevas funciones asegura su conservación.

Tres edificios singulares íntimamente unidos a la celebración de nuestra Semana Santa. ¿Qué cartagenero no ha visto salir la agrupación de Santiago Apóstol desde los jardines del Gobierno Militar o a San Pedro cruzar la puerta del Arsenal Militar o a San Juan abandonar su Parque de Artillería? Es evidente que los desfiles procesionales de Cartagena discurren por un entorno en pleno proceso de rehabilitación, urbana, social y económica. El asentamiento de nuevos negocios y el regreso de pobladores que habitan en vetustos edificios rehabilitados es la prueba de la nueva pujanza que disfruta nuestro Casco Histórico. Con la mixtura, entre los extraordinarios desfiles procesionales y un entorno igualmente sobresaliente, obtenemos un patrimonio cultural único, demostrando que la suma de uno más uno no es siempre dos.