Cartagena vivió ayer una doble jornada de besapiés. Desde primera hora de la mañana decenas de fieles se aproximaron a la Basílica de la Caridad para ver al Cristo de la Misericordia, que por primera vez celebró su besapié en el templo de la Patrona, ya que hasta ahora lo hacía en su capilla de la plaza de La Merced. Al mismo tiempo, en la iglesia de Santa María tuvo lugar el tradicional besapié a Jesús Medinaceli de la cofradía marraja. Hasta este templo y durante todo el día se desplazaron centenares de personas.

A pesar del mal tiempo, la devoción de los cartageneros se impuso. Ancianos, adultos, jóvenes, adolescentes e incluso niños acercaron hasta el Cristo de Medinaceli. Realmente el motivo no era lo más importante: darle gracias, pedirle ayuda, rezarle y, en ocasiones, solicitarle amparo durante los exámenes. Prácticamente todos llegaban por la misma razón: la fe y la emoción.

Besar el pie de esta imagen es tradición para los creyentes que sienten cada vez que lo hacen «alivio, tranquilidad, paz, alegría», indicaban. Y no sólo los mayores, también los jóvenes como Susana Ponce que no va «por imposición familiar», si no por su fe. Lo mismo señaló Pilar Brionis de 13 años o Lucía Hernández de 15 años: «Le pedimos ayuda para los exámenes porque realmente creemos en él».

Rocío González y Gabriel Souce coincidían en sus motivaciones que en ambos casos eran pedir por un ser querido. Los más adultos, como Paqui Quirós, inculcan esta tradición a hijos y nietos. Otros como Alfonsi Rivera y María del Mar Pastor se acercaron por curiosidad.

Jesús de Medinaceli se vuelve «más sencillo», indicó Francisco Espejo, miembro de la cofradía.

La decoración y los ornamentos fueron sencillos. Cristo «sólo tenía su túnica. Este Jesús no tiene color. Está por encima de los típicos piques entre las cofradías», señaló Espejo.