Tal día como hoy hace exactamente setenta años fallecía José Moncada Moreno, uno de esos grandes hombres nacidos en nuestra ciudad y que merecía ser recordado. Hijo de José Moncada Calderón, quien ejerció las funciones de alcalde de Cartagena durante cuatro meses entre 1919 y 1920, nuestro protagonista alternó su carrera como procurador con su faceta periodística. Si algo le caracterizó fue por un lado su pasión por el mar y la Armada Española, y por el otro su entrega incondicional a la Cruz Roja de Cartagena. Por eso no debe extrañar que fuera suya la idea de impartir la Enseñanza Naval Elemental en las Escuelas Graduadas, un hito que se consumó el mes de enero de 1907 con la inauguración de las primeras clases.

Rotativos locales como El Eco de Cartagena, Mediterráneo o El Porvenir y revistas nacionales como Vida Marítima contaron con su colaboración como redactor y corresponsal. Debió ser la pasión por el mar que antes mencioné la que le hiciera firmar sus artículos en El Porvenir con el sobrenombre de ´Juan Marinero´. A través de estos escritos no dudó en hacer propuestas y demandar todo aquello que fuera en beneficio de la tierra que le vio nacer.

Pero donde realmente dejó huella fue en la Cruz Roja local donde formalizó su ingreso en 1898 con apenas quince años. A su iniciativa se debió la organización de la Ambulancia cartagenera y que ésta fuera la primera en celebrar anualmente el denominado ´Homenaje al Camillero´. Cuidaba celosamente de los miembros que estaban a su cargo en la organización y por ello no dudó en organizar una colonia veraniega para que los hijos de sus subordinados disfrutaran los beneficios de tan saludable actividad.

En el momento de su fallecimiento ocupaba el número uno en el escalafón general de jefes y oficiales de la Cruz Roja, era vicepresidente de la Asamblea local e inspector primero y jefe del Grupo de Ambulancias de la Región. Por si lo anterior fuera poco poseía además la Gran Placa de Honor y Mérito de la Cruz Roja y las medallas de oro y plata de dicha institución. Como bien afirmó un poeta local en el boletín de la Cruz Roja con el que se le rindió homenaje «decir José Moncada es decir Cruz Roja y queda dicho».

La noticia de su fallecimiento corrió como la pólvora por toda la ciudad y a su entierro acudieron miles de cartageneros que quisieron despedir a tan admirado personaje.

Y qué mejor manera de terminar este artículo que recordando lo que el propio Moncada escribió a raíz de un acto heroico protagonizado por un miembro de la benéfica asociación: «El uniforme de la Cruz Roja sirve para algo más que para exhibirlo en paradas y revistas, los hombres que lo ostentan con orgullo, son dignos continuadores de aquellos que en las luchas civiles del pasado siglo, en las epidemias coléricas, etc., supieron escribir páginas gloriosas que esmaltan hoy la ejemplar historia de la Institución».