Cincuenta personas salieron ayer a la calle para pedir justicia para Diego Pérez, el fallecido de Cala Cortina. Al grito de «no era un drogadicto, era un enfermo mental» y «no a la guarida, sí al hospital», los allegados del vecino de Las Seiscientas llenaron de ruido contenido por la «irreparable» pérdida de Diego lo que a priori iba a ser una marcha silenciosa.

La protesta estuvo escoltada por varios agentes municipales y, de lejos, un furgón de la Policía Nacional. «La única disculpa que hemos recibido ha sido la del comisario Del Olmo», dijo Enrique Pérez, hermano del fallecido. El familiar leyó una carta en el puerto junto al monumento a las víctimas del terrorismo. El hermano de Diego Pérez transmitió públicamente el pésame a la familia del policía muerto recientemente, alegando que «no sabemos si el agente fue inocente o culpable». Los manifestantes portaron numerosas pancartas, una de ellas contaba lo siguiente: «Diego pidió ayuda y encontró la muerte».