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Los vecinos de calles de culto de la movida nocturna del siglo XXI del centro de Cartagena ya no pueden más con los problemas de salud que les provocan los ruidos y la falta de civismo de la clientela de los bares de copas.

Para un gran número de residentes de calles como Aire, Cuatro Santos, Escorial o Cañón las pastillas para dormir ya son un habitual en sus mesitas de noche, pese a todo no consiguen pegar ojo. Lo más grave aún, recalcan, es que la fiesta de los fines de semana -algunos jueves también- les está produciendo graves problemas de salud.

Estos residentes afirman que sufren migrañas, dolores de cabeza, insomnio o depresión. Igualmente, algunos van más allá y no tienen reparos en decir desde su portón de la calle Aire que están recibiendo tratamiento psicológico para poder convivir con una fiesta sobre la que opinan que «cada vez se desmadra más».

La mayoría de los habitantes que padecen estas patologías son personas de más de 55 años de edad, se da el caso de que gran parte de la población de la zona son pensionistas de avanzada edad, incluso personas dependientes.

«Mi marido y yo hasta discutimos por ello en casa, porque él llega a enfrentarse con algún joven cuando lo ve orinar en nuestro portón», sostiene una señora de la calle Cañón. Otro vecino de la vía Escorial dice que ya tiene asumido salir de su portón por las mañanas y encontrarse charcos de orines. «Parece incluso que ha llovido», bromea mientras confiesa que su calle es el «urinario público de la zona de marcha». Asimismo apunta que «sí que es verdad que limpian todas las mañanas, pero la situación de insalubridad es ya insostenible para nosotros».

«No hay quien pegue ojo»

Otra oriunda de la calle Escorial dice que «no hay quien pegue ojo». Esta mujer asevera que «empezamos el ruido a las once de la noche, la fiesta en algunos bares no tiene fin, cierran cuando les da la gana y están sin insonorizar. Luego, llega cuando los borrachos se recogen y empiezan a llamarte al fonoporta para hacer la gracia y ya, cuando crees que te has dormido, aparece el estruendo de las máquinas de limpieza. Así un fin de semana tras otro y la policía dice que no puede hacer nada».

Algunos residentes incluso se coordinan para ir llamando a la policía, pero critican que «no hay voluntad política y los agentes actúan de manera pasiva porque están atados de pies y manos».

El equipo de Gobierno municipal, formado por Movimiento Ciudadano y el Partido Socialista, ha preferido no hacer ningún comentario sobre las penurias y los problemas de salud que sufren los vecinos cada noche del fin de semana.

Los residentes lo tienen claro al respecto y no titubean al decir que «pesan más los 4.000 votos de los que están bebiendo en en mitad de la calle y armando escándalo que los de las 300 personas que vivimos aquí». No obstante, el concejal de Seguridad, Francisco Aznar, se reunió esta semana con una quincena de vecinos afectados.

Los residentes también se muestran muy preocupados ante una posible situación de riesgo que pueda acabar en tragedia. «Cortan las calles de madrugada y si pasa algo por aquí es imposible que pase una ambulancia o un camión de bomberos», denuncian a la par que comentan es imposible acceder a sus garajes y pasar en coche de madrugada.

Los hosteleros defienden que cumplen con las normativas y dicen que gracias a ellos se ha erradicado el botelleo en el centro. Igualmente, son conscientes que hay un par de bares que se pasan de la raya y aseveran que «estamos concienciando a los empresarios y a los clientes para quesean responsables y respeten el descanso de los vecinos».