Quien quiera que se adentre en la historia de Cartagena encontrará auténticos episodios cargados de simbolismo difíciles de explicar si no se han vivido en primera persona. Hablamos de esos retazos de nuestra cronología que quedan inmortalizados para siempre en la memoria de las generaciones y donde la religiosidad -trasfondo espiritual del ser humano- una vez más vuelve a resurgir de su interior en los momentos más extremos. Es aquí, tras el hecho, donde surge la literatura, contexto donde encontramos toda una serie de narraciones que nos adentran en ese especial universo, el mismo que te atrapa desde lo más hondo. Federico Casal -cronista de Cartagena de inolvidable recuerdo- así lo entendió, dejándonos entre su importante legado uno de los mayores exponentes literarios de nuestra bibliografía local.

La lectura de Leyendas, tradiciones y hechos históricos de Cartagena, publicado en 1911 por Horacio Escarabajal, te sumerge de lleno en todo un mundo pseudomágico que por sí solo te remonta a unos espacios labrados en el tiempo dignos de conocer y de releer. Desde la perspectiva de este siglo XXI en que vivimos hay un texto que no te deja indiferente y que te conecta al instante con un acontecimiento que esta ciudad rememora año tras año en señal de agradecimiento a nuestros Doctos Hermanos. Hablamos de la borrasca de Santa Catalina acaecida entre los días 23 y 24 de noviembre de 1694, de infaustas consecuencias para nuestra población.

El lenguaje de Casal te traslada cuán viaje al pasado a un terrible escenario de mares embravecidos, resplandores de relámpagos, desgarradores truenos y a unas calles desoladas. Allí el lúgubre tañido de las campanas de la antigua Catedral

-refugio de nuestro Cristo Moreno y la Virgen del Rosell- darán paso al rezo del rosario en familia, velas al Santísimo y un clamor de auxilio dirigido especialmente a los Cuatro Santos cartageneros, quienes no desoyeron las súplicas de tan atemorizada población... Grabado este episodio en la memoria, poco más tarde, concretamente en 1696, el Cabildo Municipal en señal de agradecimiento a nuestros milagrosos hermanos acordaría celebrar todos los años la fiesta de Santa Catalina, hermosa tradición la cual llegado a nuestros días sigue renovando su voto en la iglesia de Santa María de Gracia.

Dicha función votiva -como se conoce a este evento- se hace coincidir igualmente con la tradicional ofrenda floral a la Virgen del Rosell, patrona primigenia de Cartagena, cuya festividad se celebra cada segundo domingo del mes de noviembre. Es por ello cómo este acto conjunto -tal vez solo superado por nuestro querido Viernes de Dolores- más allá del fervor que envuelve, esconde esa tradición no escrita que desde aquí reivindicamos y que todos deberíamos mirar desde el orgullo.

La misma que una vez hace más de trescientos años arrancaron otros cartageneros. Esta vez -cómo diría Casal- mirando a un cielo de triste e imborrable recuerdo...