El domingo participé en una ruta senderista por los campos y las ramblas de Perín, en el oeste de Cartagena, esa zona que a mi amigo Antonio Bernal Aznar, nuevo presidente de la junta vecinal de Molinos Marfagones, le gusta llamar «el secano cartagenero», en referencia al hecho de no acoger, en su día, la venida de las aguas del trasvase Tajo-Segura y su consiguiente concentración y destrucción parcelaria, que arrasó en el resto del municipio tantos vestigios del patrimonio y del paisaje rural que habían pervivido durante siglos.

Esta zona oeste es, sin duda, el enclave más propicio para ser puesto en valor al servicio del turismo rural y la conservación del hábitat, la naturaleza y el patrimonio etnográfico, cuyas excelencias han escrito estudiosos y amantes de la zona, como el doctor José Damián Aranda Mercader en su recomendable libro Conoce el Oeste. El día amaneció espléndido y el paisaje de cerros y montañas, tras las recientes lluvias, lucía henchido de los verdes luminosos de la hierba y los amarillos alegres de las flores.

Más bien parecía que estuviésemos en primavera o en otras latitudes más al norte de la Península. Cerca de un centenar de personas, convocados por una página de facebook que, con el nombre de 'Cartagena de mi alma' y fundada por Adolfo Catalá, vienen haciendo excursiones y rutas por el campo de Cartagena, con el impulso y coordinación del incansable Diego Campillo Baños y un grupo de destacados enamorados de la cultura, el paisaje y el patrimonio, como Pedro Pérez Martínez, Pepe Hernández Sánchez y muchos otros.

El lugareño Lázaro Ortega Martínez y otro alma pater del grupo, José Antonio 'El Cachimanero de Roldán', hicieron de guías, explicando la ruta y el entramado de construcciones para la recogida, almacenamiento y uso tradicional del agua, con especial mención a la labor de la Compañía Inglesa de Aguas. Me contaba Diego Campillo que el grupo ya lleva 17 excursiones, que la demanda es creciente y que empezaron con las rutas por el monte Miral de la Asociación de Amigos del Monasterio de San Ginés de la Jara y de las rutas etnográficas de la Liga Rural del Campo de Cartagena. Estas iniciativas, desde la base, continúan la labor de pioneros enamorados de nuestro campo, hoy desaparecidos, como José Saura Hidalgo 'Josahi', fundador en 1973 de ABAL (Amigos de las Bellas Artes y las Letras), o el doctor Carlos Romero Galiana, estudioso y divulgador de nuestros molinos de viento y de la zona rural, y van en la línea de tantos defensores de las posibilidades del Campo de Cartagena como Gregorio Rabal Saura, Anselmo Sánchez Ferra, José Sánchez Conesa 'El Tío del Saco', Richard Saura Martínez, Ramona Escarabajal, etc.

Hay un florecimiento de la inquietud por todo lo referente a la aún desconocida zona rural ? y ello debería ser apoyado y abanderado por la Administración, el empresariado y las universidades. Son de agradecer iniciativas como las recientes jornadas 'Patrimonio Cultural, paisaje natural: Alternativas al turismo estacional', celebradas la semana pasada en el Museo Romano y estaremos atentos a las próximas de 'Cartagena, cultura y Municipio' de la concejalía de Cultura de Cartagena, que prometen descentralizar.