El proyecto de recuperación del antiguo Jardín Botánico de Cartagena impulsado por la asociación CreeCT, con mi incombustible amigo Santiago del Álamo al frente, me animó a dar a conocer hoy a ese gran cartagenero que fue Ricardo Codorniú Stárico. Y ello tiene su explicación pues fue precisamente la afición a las ciencias naturales y a la botánica, la que llevó a nuestro protagonista a convertirse en ingeniero de Montes tras cursar sus estudios en Villaviciosa de Odón y El Escorial.

Nacido en Cartagena el 6 de junio de 1846, el destino iba a hacer que uniera su vida a Mercedes Bosch Bienert, hija del que fuera alcalde de la ciudad y director de la Casa de Misericordia, Jaime Bosch. Su hija María se va a casar con el ministro Juan de la Cierva y de ese matrimonio nacería el inventor del autogiro Juan de la Cierva y Codorniú.

Centrándonos en la inmensa labor de defensa de la naturaleza realizada, su gran obsesión fue el árbol y la mejor manera de conseguir su supervivencia la reforestación. A su iniciativa debemos la plantación de millones de árboles en Sierra Espuña, una operación de envergadura que dejó plasmada en su libro Apuntes relativos a la repoblación forestal de la Sierra de Espuña, publicado en 1900.

Su obra traspasó las fronteras internacionales publicando artículos en revistas extranjeras y en 1919 fue nombrado socio honorario de la Canadian Society of Forestry Engineers. Tampoco le faltó el reconocimiento por los méritos contraídos en nuestro país y por ello recibió la Gran Cruz del Mérito Agrícola, la Gran Cruz de Isabel la Católica y la Encomienda de número de Alfonso XII.

A su iniciativa se deben actos como el Día del Árbol o la creación de la Real Sociedad Española de los Amigos del Árbol, por eso no puede extrañar al lector que se le conociera al señor Codorniú como el Apóstol del Árbol. Su fallecimiento, ocurrido el 26 de Septiembre de 1923, fue muy sentido en nuestra ciudad y de todo lo escrito me quedo con aquel periodista que afirmó: «muere muy anciano pero no debiera haber muerto nunca, para bien de la Patria».

Entre sus últimas voluntades pidió que en la lápida de su tumba no figurara tratamiento ni distinción alguna, y efectivamente así es. En el cementerio de Los Remedios de Santa Lucía, donde yacen sus restos, en su lápida se puede leer «Ricardo Codorniú Stárico, Ingeniero de Montes». Un cartagenero irrepetible que a buen seguro tendrá una estatua con su figura en ese futuro Jardín Botánico que nuestra ciudad se merece.