Año tras año tradición, magia y leyenda se dan de la mano en una simbiosis difícil de explicar nacida desde los rincones más profundos de nuestro ego. Año tras año, en estas fechas, el Campo de Cartagena y sus gentes rememoran hitos perdidos de tiempos inciertos y origen lejano, espejo que generación tras generación -pese a las adversidades- supo transmitir de manera no escrita a sus sucesores. Y es que no nos quepa duda, esta tierra nuestra que nos vio nacer posee una riqueza etnográfica increíble y entre ésta unos ritos mágicos donde la mirada al más allá y el recuerdo a nuestros seres queridos se hace presente más que nunca en estos días.

En este escenario, donde lo religioso transciende sus propias fronteras, observamos ese pulso asimétrico en la que la tradición ancestral de Todos los Santos se enfrenta con desventaja a una versión mal entendida del Halloween anglosajón. Lejos de enfrentamientos, donde la ilusión de los más pequeños se visten de 'truco o trato', historias de pijamas o disfraces para pasárselo de miedo (nunca mejor dicho) encontramos una asignatura pendiente dentro de este mundo consumista. Hablamos por ende de la lucha contra el olvido y el derecho por parte de las generaciones más jóvenes de conocer las tradiciones de sus ancestros. De nosotros depende esa obligación. Y es ahí, en esa lucha titánica, donde no dudo en dirigir inicialmente la mirada a la Cartagena más profunda, observando a la gran colina que mira a la bahía y dejándome llevar por los sentimientos...

Allí, Eschmun, el monte sagrado de los cartagineses -el Esculapii romano- una y otra vez renace de sus cenizas para finalmente, dentro de esa cronología infinita, rendirse a los pies de la Cruz. El triunfo del cristianismo en el antaño Cerro de los Cuatro Santos -hoy de la Concepción- es evidente. Y nuevamente allí, a la sombra de la antigua y reconvertida alcazaba musulmana, el extinto barrio de Pescadores y nuestra primigenia Catedral, vislumbras por un momento todo un mundo oculto de fuerte impacto religioso cargado de misterios, leyendas y tradiciones... Antiguas historias de la Virgen del Rosell, el Cristo Moreno, el Pozo de San Isidoro, la danza de los excomulgados, la leyenda de Doña Sol, el Callejón de la Soledad, etc. son tan solo pequeños exponentes de esa singular boria que envuelve el universo más extraordinario de este rincón Mediterráneo, Corazón de la Diócesis Carthaginense.

Es por ello cómo ese histórico Cerro -donde sus múltiples culturas siempre imploraron el socorro de sus dioses- pueda y deba considerarse el punto de origen espiritual de esa otra Cartagena extramuros que en definitiva siempre imploró por la sanación física y espiritual de sus almas.

Por tanto, en estos días inciertos donde el consumismo lo invade todo, tal vez no esté de más ahondar con nuestros más jóvenes en esos orígenes de Todos los Santos y Fieles Difuntos. Quién sabe, el espíritu de nuestras tradiciones anda suelto. Tal vez una vela encendida en la oscuridad de la noche, el misterio de sus mariposas, tostones en familia, chotos perdidos por los campos y visitas a nuestros cementerios digan más que mil palabras...