­Él tuvo fortuna. Su hermana vivía en España y pudo viajar en avión con un visado y una vez en la Península pedir asilo. Pero muchos de sus compatriotas están viajando por toda Europa para huir de Siria. Yamen Khusi contó ayer su experiencia en el ciclo de conferencias sobre ‘Sociedad, política y economía en el mundo islámico’, organizadas por la UPCT.

¿Qué le hizo salir de Siria?

Era muy peligroso. Una persona no puede asegurar que pueda volver vivo a su casa si va al trabajo . Durante el camino de ida o de vuelta puede encontrar una explosión o encontrar un francotirador. Da miedo a todo el mundo tener una persona que te está observando y no sabes cuál puede ser su reacción. A veces, cuando vas de un país a otros puedes encontrar tanques por el camino... No puedes tener seguridad. Estás en estado de peligro constante. Además hay muchas barreras militares que te paran, te miran la documentación, y tienen incluso nombres de personas para detenerlas.

¿Cómo se consigue salir?

Yo tenía la idea de ir al Ejército. Si hubiese ido a una barrera militar, por edad me hubiesen cogido para sumarme a ellos, pero yo no quería meterme en esta crisis, unirme a un ejército que mata a otros sirios, bajo ninguna condición, no lo quiero. No es fácil salir.

¿Qué se siente al huir de tu país?

Es jugarse la vida también. Depende del país donde vas estás mejor o peor porque en España, por ejemplo, las ayudas son de un año o año y medio y luego dejan de darlas. En un año no puedes aprender el idioma porque hay gente mayor y discapacitados, que no pueden integrarse muy bien en una ciudad nueva en doce meses porque la cultura es totalmente diferente.

¿El futuro está fuera de Siria?

Nunca se puede perder la esperanza. Muchos sirios tienen ilusión de regresar porque fuera se pasa muy mal. Hay gente que no puede imaginar no volver. Mi padre tiene 75 años y no le gustaba la idea de dejar atrás su vida. Es traductor ruso, pero aquí no puede trabajar porque no sabe español.