Los informes médicos facilitados por el centro de salud mental y los hospitales de Cartagena sobre Diego Pérez, vecino de Las Seiscientas cuya muerte se investiga al aparecer cadáver en Cala Cortina y que mantiene en prisión a cinco policías nacionales -un sexto agente acusado ha fallecido- como sospechosos, revelan que Diego padecía esquizofrenia paranoide y tenía problemas de drogodependencia.

De hecho, los informes médicos -el primero se remonta a 1990- incluyen consultas externas del Hospital del Rosell donde se afirma que «es un peligro para sí mismo y, potencialmente, para los demás», «se autoagrede» y «genera conflictos y peleas frecuentes».

Se trata de los informes remitidos a petición del Ministerio Fiscal, donde los médicos que lo trataron reconocen deterioro cognitivo crónico e irrecuperable (en 1998), que vivía sólo y carecía de soporte familiar (en 2008), que no tomaba medicación y se encontraba inestable e hiperactivo (en 2008) o que estaba totalmente descompensado (en 2010).

Los últimos informes médicos, de 2013, pocos meses antes de su muerte, muestran cómo Diego cambió de psiquiatra, al romper la relación terapéutica con el anterior. El último documento aportado, de fecha 29 de noviembre de 2013, refiere que está «más tranquilo» y recoge que Diego está «tomando medicación cuando se va a dormir».