Gregorio Javier G. M., de 40 años, uno de los seis policías nacionales encarcelados desde el año pasado -entraron en prisión el 8 de octubre- por su implicación en el caso de Cala Cortina, que investiga la muerte del vecino del barrio cartagenero de Las Seiscientas Diego Pérez, falleció la noche del martes en un hospital de Madrid, según indicaron a LA OPINIÓN fuentes cercanas al caso.

Al parecer, el agente no se encontraba bien desde el pasado domingo, por lo que tuvo que ser trasladado desde la prisión de alta seguridad de Estremera, Madrid, al centro hospitalario durante el día de ayer debido a que su estado de salud empeoró. No obstante, pese a que en el hospital recibió cuidados sanitarios nada pudieron hacer por salvarle la vida.

Las fuentes citadas señalaron que se ha abierto una investigación para tratar de conocer cuáles fueron las causas de la muerte, sin descartar ninguna posibilidad.

Asimismo, según ha podido saber esta Redacción, el cuerpo del agente se encuentra en el Instituto Anatómico Forense de Madrid, a donde llegó ayer. Las fuentes consultadas indicaron que a partir de las 9.00 horas de hoy se le practicará la autopsia para conocer de forma veraz las causas del fallecimiento.

La noticia corrió ayer por las redes sociales, que no tardaron en sacar a la luz textos en los que amigos del fallecido criticaron la asistencia sanitaria recibida por el policía nacional en prisión. De hecho, uno de esos comentarios afirmaba que «no recibió la asistencia debida en la prisión y cuando la situación se agravó y lo llevaron al hospital ya nada pudieron hacer por él».

El mismo escrito carga contra el proceso, al igual que fuentes familiares del resto de agentes que volvieron a exigir «la inmediata puesta en libertad del resto de policías», ya que, a su juicio, «no hay pruebas fehacientes de que sean culpables y su situación es cada vez más extrema», afirmaron.

Ocupante del Z-54

Gregorio Javier G. M. era uno de los ocupantes del Z-54 que, según las actuaciones judiciales llevadas a cabo hasta ahora, lo sitúan como el vehículo que trasladó a Diego Pérez hasta Cala Cortina, después de acudir a su llamada de emergencia en el barrio cartagenero de Las Seiscientas, para que se le pasara el estado de agitación que tenía. Así lo confirmaron los propios agentes en sus primeras declaraciones. Una vez en la playa, la acusación particular culpa a los policías de la muerte de Diego, aunque ellos afirman que salió corriendo al llegar a Cala Cortina y nunca más lo volvieron a ver.