Los clientes de un bar de la calle Juan Fernández huyeron despavoridos de la terraza del local el pasado martes tras la aparición de roedores. Se trata de la cuarta vez que ocurre este hecho en los últimos quince días.

«Había una treintena de personas cenando cuando aparecieron los ratones», relataron los afectados dueños del establecimiento situado en el cartagenero barrio de Ciudad Jardín. Los mamíferos irrumpieron a las once de la noche en mitad del servicio de cena con la terraza completamente llena.

«La gente empezó a gritar y a subirse a las mesas por miedo a los roedores», detalló uno de los camareros, quien confirmó que se trata de una plaga. En ese sentido, los responsables del bar recalcan que «no es la primera vez que los ratones se pasean a sus anchas por la terraza». Sin ir más lejos, cuentan que durante el fin de semana también irrumpió una rata en mitad de la cena, aunque esto pasó inadvertido entre los comensales.

"Como un gato de grande"

  • «El bicho que nos pegó el susto el martes pasado era como un gato de grande», aseguró uno de los presentes. El mamífero provocó que la gente huyera del lugar, dejando la terraza prácticamente vacía. «La Policía ya está al corriente de lo que ha pasado, pero de momento las ratas siguen por aquí», lamentan los hosteleros al ver que su problema sólo espanta a sus clientes y no a los roedores.

Los vecinos sentencian que «todo viene por culpa de una mata que hay al entrar a la misma calle». Se trata de una especie exótica invasora común en el Sureste denominada agave o alzivaron. Los empresarios de la hostelería se quejan de que pagan más de 2.000 euros al año en impuestos para montar las mesas en la calles y piden que el Ayuntamiento limpie y quite esta planta, arrancando así de raíz el problema de salubridad. Se da la circunstancia de que la zona ajardinada donde se encuentra la mata de los ratones está a pocos metros de la puerta de los bares, justo en la acera de enfrente del Club de Cabos.

Allí también indican que es un sitio donde se refugian los roedores. Los hosteleros se quejan de que «la planta se ha convertido en un auténtico nido de cría de ratas». Igualmente añaden que el vegetal es incluso peligroso para los niños que juegan por allí debido a las grandes pinchas que tiene.