Se ha ido con las estrellas de su dedicado empleo de coronel, y con los luceros, la entrega ´a coste cero´, Aureliano Gómez Vizcaíno, Lalo para tantos.

Todos somos conscientes de la bondad que adorna a la mayoría de los amigos y familiares que fallecen, por lo que el pudor al ditirambo y a la hagiografía puede frenar los merecidísimos elogios que -algunos- merecen sobradamente, y él en primerísimo término.

Con su austera y querida vida militar, muchas veces vinculada a Cartagena y a otros más incómodos destinos; con su extensa familia, también habituados a la entrega generosa y solidaria; con heroicos testimonios familiares y, sobre todo, por una hoja de servicios que no puede caber en estas líneas, emborronadas por lágrimas de miles de cartageneros, sus queridos paisanos, vecinos, y compatriotas; aunque nunca renunció a su origen andaluz, almeriense.

Muchos de entre nosotros conocen y valoran su gran labor como alcaide de Aforca, esa magnífica asociación que ha velado y vela por la conservación, divulgación y estudio de los numerosos castillos, baluartes y fortalezas de nuestra costa, y de su victoriosa lucha para devolver a la muralla de Carlos III su adulterado dibujo.

Pero pocos de entre nosotros recordamos los grandes servicios que hizo a Cartagena en tiempos que parecen borrados de algunas memorias y que él -y nosotros- conservamos con el legítimo orgullo del altruismo, del ´coste cero´. Porque Lalo fue, durante años, delegado de la Juventud, con el magnífico logro de la Casa de la Juventud, en el Paseo, ahora reconducida.

Y fue concejal del ayuntamiento de Cartagena, y teniente de alcalde, cuando ahí no se cobraba nada de nada? excepto el honor de ser concejal de tu ciudad.

Muchos de nosotros tenemos la confianza, la fe, de que allí, entre estrellas y luceros, estarás ya comentando con tu hermanico caído, con tu alcalde -y mi alcalde- Luis, tantas y tantas tareas que has dejado inconclusas.

Muchos de nosotros tenemos el compromiso de continuarlas, por Cartagena, por Almería y por España.