Las fechas del año en las que estamos invitan a recordar cómo pasaban el verano hace más de cien años algunos afortunados cartageneros, aquellos que podían huir del calor de la ciudad y desplazarse hacia cualquiera de las playas de nuestro municipio. Y entre esas playas hoy le toca el turno a la de Los Nietos, población de la ribera del Mar Menor perteneciente a la diputación del Rincón de San Ginés, distante 19 kilómetros de Cartagena. Un lugar al que en 1886 se le calificaba como paraje y en el que ya había personas interesadas en construir sus propias casetas de baño, según se desprende de las actas de la Comisión de Propios del Ayuntamiento.

Por eso no es de extrañar que alguna mente emprendedora decidiera unos años más tarde, concretamente en 1891, instalar un gran balneario. El 25 de Julio, día grande en España, se inauguró el balneario de Santa Eloísa por su propietario, el unionense Pedro García Ros. Una inauguración por todo lo alto a la que asistieron vecinos, autoridades locales y periodistas que no dudaron en afirmar que «ya quisiera Cartagena un establecimiento como ese en nuestro puerto».

En dicho acto, además de recorrer los asistentes todas las estancias del balneario, hubo lugar para la música de la mano de la niña Anita López Peñafiel que interpretó magistralmente el 'Ave María' de Gounod.

Santa Eloísa disponía de amplias estancias amuebladas para familias, billares, salones de baile, casino y por supuesto tanto baños termales como baños de mar, accediéndose a estos últimos a través de casetas de baño hechas de madera. En su interior se encontraba el llamado 'Restaurant Francés', que estaba a cargo de los señores Mayans y Cerezuela. En él ofrecían almuerzos y comidas con un servicio esmerado y que incluía abonos para los bañistas. Y para amenizar las veladas contaban con el pianista Carmelo Vera que durante diez o doce años hizo el mismo papel en el Balneario de Fortuna. Pero también se pudieron ver en el balneario espectáculos como una velada científico-musical a cargo del artista Fernández Zamora, que incluía 'experiencias magnéticas'.

Los clientes procedentes de Cartagena y La Unión podían coger el tren hasta la estación de Los Blancos, y una vez allí el balneario contaba con servicio de carruajes. Uno de los días especiales en la vida del balneario fue la visita del obispo de Cartagena, Thomas Bryant y Livermoore, en julio de 1900 con motivo de la colocación de la primera piedra de la iglesia de Los Nietos. También hicieron uso de él familias adineradas de Cartagena como la de Ignacio Góngora, propietario del bello edificio de la plaza de San Francisco que hace esquina con Ignacio García. Sirvan para demostrar las virtudes de este lugar lo escrito por el doctor cartagenero Leopoldo Cándido Alejandre, que decía lo siguiente: «En las espaciosas playas arenosas de Los Nietos la atmósfera tibia, vivificadora, está impregnada de moléculas salinas, encontrando los niños reedificadores higiénicos poderosos, como no se encuentran siempre en otras partes, y que favorecen la acción tan saludable de estos baños de mar termales». Por último hay que recomendar a todo aquel lector que quiera saber más del balneario y de Los Nietos, la lectura del interesante libro que sobre esta población escribió el investigador histórico Ernesto Ruiz Vinader.