La ciudad despidió el martes por la tarde en el tanatorio Estavesa al eterno pistolero, Jorge Romero Díaz, también conocido como 'El Vaquero', que fue incinerado.

El último cartucho de este indigente, natural de Lorca, se apagó la noche del pasado 22 de enero cuando el frío le obligó a tomar su último tren junto a las vías de la estación de Renfe, donde apareció su cuerpo sin vida. Jorge ya no estará haciendo de vigía del puerto, donde vivía junto a su fiel perro Rambo. Al día siguiente de su muerte hubiera cumplido 58 años. Sus balas simuladas seguirán disparándose desde el cielo.

Su vida en la calle le hizo dejar a un lado a su mujer y a sus tres hijos: María Ángeles, Rosa y Francisco, de 30, 31 y 32 años, respectivamente. Y una nieta de tan sólo 4 años, llamada Ángela, hija de su único hijo varón, a la que Jorge nunca conoció.

Por su parte, su hija pequeña María Ángeles reconoció ayer antes del funeral que «llevaba quince años sin saber nada de mi padre, no sabía que era indigente, pero él quería vivir así».

Pese a residir en la calle, 'El Vaquero' era muy querido. Muestra de ello es que los clientes del Bar Coyote, donde él solía comer y tomar su habitual pacharán o carajillo vespertino, reunieron 700 euros para pagar su funeral, coste que, finalmente, será afrontado por el ayuntamiento de Cartagena, al igual que con cualquier otra persona indigente que fallece.

Según los responsables del Bar Coyote, el dinero recolectado se ha destinado a comprar flores e instalar en los próximos días una placa junto a la fachada con el lema: «En memoria de Jorge Romero Díaz, nuestro pistolero del Puerto de Cartagena. No te olvidaremos».