Hemos asistido hace unos días a un acontecimiento muy preocupante en el mundo sindical y, bajo mi punto de vista, antidemocrático. Se trata del convenio de Navantia, que ha sido firmado por 8 votos a favor frente a 4 en contra del Comité Intercentros de la empresa. De esos 8 votos a favor, 3 han sido de la factoría de Cartagena: Ignacio Briones representante de CCOO y presidente del Comité de Empresa, Eduardo Aranda de la UGT y José Manuel Torralba, representante del CSIF.

El argumento para la firma ha sido que la Asamblea de Cartagena en octubre del 2013 (hace ahora 11 meses) aprobó por mayoría la firma del convenio y eso ha ocurrido en 5 centros de Navantia, mientras que en 2 centros la decisión fue la de no aprobar el convenio. Convenio que se caracteriza por los recortes (congelación salarial, más jornada, pérdida de derechos adquiridos ?), pero no quiero entrar en su contenido, sino en la forma en que se ha tomado la decisión de firmarlo.

En los tiempos que corren, clamamos por la democracia, por la participación, porque una persona sea un voto, porque nos impliquemos en la toma de decisiones y en este caso, cada centro de trabajo un voto. Es decir, el centro de Madrid con una plantilla de 65 trabajadores vota ´sí´ y vale lo mismo que el centro de Ferrol, con una plantilla de 1.790 que vota ´no´. El resultado real si sumamos las votaciones de todos los centros resulta que de una plantilla de 4.500 trabajadores, casi 2.000 han mostrado el apoyo al convenio y los 2.500 restantes han mostrado su rechazo.

Por esta razón, la Federación de CCOO Industria planteó la no firma del convenio, realizar asambleas y un referéndum con garantías en el conjunto de la plantilla para decidir el resultado final en términos de igualdad de todos los trabajadores de la empresa. Bajo mi punto de vista, lo que se ha hecho es antidemocrático y muy peligroso, pues supone enfrentar a los trabajadores de unas zonas contra otras, lo que solo favorece a la empresa. Jamás en la historia de Navantia esto se había producido y fue una lucha muy importante conseguir un único convenio para todos los trabajadores, del que solamente están excluidos los técnicos superiores y bien que lo lamentan.

La unidad ha sido nuestra fuerza ante los planes de reestructuración que a lo largo de la historia hemos sufrido. Hemos tenido discrepancias entre nosotros pero las solucionábamos con el debate y el consenso y nunca le dimos a la empresa la baza de la división de los trabajadores, se tardara lo que se tardara, porque el gran valor es tener una única empresa y las mismas condiciones de trabajo. En el momento actual, esto se puede romper.

Lo ocurrido es una nueva forma de sindicalismo corporativo, en lugar de ser de carácter gremial es de carácter localista. Me importa mi centro y el resto no me interesa. Esto es sindicalismo amarillo y me preocupa que en nombre de CCOO se haya dado legitimidad a una negociación que sitúa al movimiento sindical en una debilidad extrema de cara a afrontar el futuro de una empresa con muchas incógnitas sobre el mismo. Yo espero que la Federación de CCOO, que ha sido desautorizada por la Sección Sindical de Navantia Cartagena, tome las medidas necesarias para corregir estas actitudes, repito, bajo mi punto de vista, antidemocráticas. La 1ª decisión debería ser cesar a Ignacio Briones, como representante de CCOO en el Consejo de Administración de la empresa, pues solo le interesa la opinión de Cartagena.