«Un desastre total». Todos los tenderos del Mercado Medieval a los que esta redacción preguntó ayer cómo había ido el fin de semana frío y lluvioso se sonreían con resignación antes responder que «fatal» que «ha sido un desastre» y otras frases por el estilo.

Paco se instalaba por primera vez con un puesto de comidas y cenas frente a la plaza del Lago y la experiencia ha sido tan negativa que al preguntarle si regresará el próximo año, contestó que lo dudaba. Y es que la lluvia que cayó ayer durante prácticamente todo el día sobre Cartagena aguó las expectativas de estos comerciantes del medievo.

Incluso hubo muchos puestos que optaron por cerrar por la mañana, ya que las calles eran un desierto y apenas pasaban unas pocas personas protegidas del chaparrón con sus paraguas.

Óscar Ferrari ni siquiera pudo encender el horno rústico pata hacer tartas y pasteles, porque la lluvia se lo hubiera apagado. Y ya por la tarde, se debatía entre ponerlo en marcha o no. «No sé qué hacer, porque si viera gente en la calle, lo encendería aunque sólo fuera una hora, pero es que apenas se va a unos pocos grupos», comentaba.

Otra pareja de tenderos procedente de Alicante asumía que habían tenido mala suerte con la lluvia, pero elogió la ambientación y las actividades que se organizan en torno a los puestos, por lo que, a pesar de que también era su primera año, aseguran que repetirán. No obstante, criticaron la falta de civismo de algunos conductores que retiraban las vallas que impedían el paso y atravesaban el mercado.

En general, los comerciantes borrarían este año. «Es el tercer año que nos instalamos y ha sido el peor. Nos conformaremos si al hacer cuentas, nos quedamos en cero. Aún así, volveremos el próximo año», indicó una chica de un puesto de embutidos y quesos, que explicó que de cuatro días de mercado, les ha llovido dos y los otros dos no han sido de muchas ventas. «El sábado había mucha gente, pero pocos compraban. Y hoy domingo, que siempre es el mejor día, nos ha caído un chaparrón», se lamentaba. Muchos hablan de que se ha vendido menos de la mitad que el año pasado y otros incluso de que se van de su estancia de cuatro días en Cartagena con pérdidas. «Otro año será», dijo Francisco Ramírez, de un puesto de furtos secos garrapiñados.