El submarino S-80 hace aguas y Navantia con él. De proyecto estrella de la empresa pública de construcción naval y el único de importancia que desarrolla actualmente ha pasado a ser un gran fiasco, aunque la compañía utiliza palabras bonitas para taparlo a través de un comunicado. «Lo importante no son los problemas que puedan surgir, sino la capacidad de la empresa para poder resolverlos», señala en el mismo comunicado en el que admite que el primero de los nuevos sumergibles puede retrasar su fecha de entrega hasta dos años más, a 2017, por dificultades técnicas, ya que hay un exceso de peso en el prototipo que dificulta su flotabilidad.

Los más enfadados por este desbarajuste son los trabajadores del astillero de Cartagena, cuyo presidente del comité de empresa, Ignacio Briones, responsabilizó del fiasco a la dirección de la empresa. Lo que más les indigna es que llevan meses reclamándoles prudencia y silencio sobre los problemas de la nave para que ahora la empresa emita un comunicado oficial «que sólo genera más incertidumbre» y sin contar con ellos. No obstante, Briones subraya que el auténtico problema es que la gestión de la compañía es desastrosa desde hace muchos años. «Los responsables son designados a dedo por el Gobierno de turno y cuando llega un nuevo presidente, desprecia todo lo que se ha hecho anteriormente y cambia por completo de estrategia. Su gestión es tan horrible que, ahora, no saben ni el alcance del problema ni la solución», denuncia.

Briones agrega que cuando se inició el proyecto, ya advirtieron de que había problemas y que debían adoptar medidas para corregirlos. «No nos hicieron caso y, ahora, la bola se ha hecho más grande», apunta. Sin embargo, afirma que la solución es sencilla para que ni siquiera haya los retrasos que anuncian ahora. «El primer submarino podría estar en el agua en pocas semanas si se deja como convencional y se corrigen los fallos que ha habido en los otros tres de la serie, para lo que habría que incrementar la eslora en seis metros», sostiene el presidente del comité de empresa, quien añade que la obra está totalmente parada a falta de que Navantia y la Armada tomen una decisión.

Debilita a la Armada

Para más inri, el retraso no sólo afecta a la empresa de construcción naval, sino, sobre todo, a la capacidad del arma submarina de la Armada española, ya que de los tres sumergibles que hay operativos actualmente, podría quedarse tan sólo con uno antes de que se entregue el primero de los S-80.