Aladino Ferrer y Rafael Eleuterio estarían orgullosos. Ellos fueron los maestros que dieron forma al trono en el que cada año se procesiona a La Magdalena. El primero se encargó de tallarlo y el segundo se ocupó de reformarlo unos años después. Esta pieza del patrimonio marrajo llevó durante años a la ´patrona chica´, la Virgen de La Piedad, para después pasar a la agrupación de Santa María Magdalena.

Hace doce años sufrió una importante reforma para dejar atrás las ruedas y adaptarlo a los más de ciento veinte hombros de los portapasos que llevan en volandas a La Magdalena. Pero simplemente se adaptó, no se restauró, algo que se ha hecho ahora, después de más de treinta años. «Lo hemos dorado y hemos cambiado las maderas deterioradas», explica Pedro Antonio Hernández, vicepresidente de la agrupación.

María Labaña y María García han sido las encargadas de la restauración, en la que se han invertido más de cuatro meses. Los marrajos han aprovechado este proceso para asegurar algunas cartelas que estaban sueltas y cambiar las tallas de los lados de la imagen que también estaban mal.

El coste de la restauración ha sido elevado, pero la agrupación llevaba más de un año ahorrando y organizando actos para conseguir fondos con el objetivo de que el trono luciera su mejor cara. «La restauración se ha llevado a cabo con pan de oro y metal, materiales que hoy en día son muy caros», precisa el vicepresidente de La Magdalena.

La agrupación celebró ayer una exposición en la sede de la Fundación Cajamurcia, en la plaza del Icue, en la que las restauradoras explicaron a través de diversas fotografías todo el proceso de restauración.

«La reforma era necesaria, porque llevábamos más de treinta años sin tocar los dorados y estaban deteriorados», señala Pedro Antonio Hernández. La Magdalena desfila la noche del Viernes Santo en la procesión marraja del Santo Entierro. Es la única santa que procesionan en solitario y con un trono típico cartagenero y tiene muchos devotos. De hecho, a pesar de la crisis económica y de fe que está afectando a otras agrupaciones, La Magdalena mantiene tanto el número de penitentes como el de portapasos.