Gracias a Serafín Cervantes puede presumir la ciudad de Cartagena de tener en plena calle Mayor un edificio que despierta la admiración de todos cuantos nos visitan. El señor Cervantes, originario del pueblo de Turre en la provincia de Almería, amasó una gran fortuna gracias principalmente al inmenso potencial económico de las minas de la Unión.

Un negocio quizás menos conocido de este rico propietario fue el que llevó a cabo con un manantial de agua al que bautizó con el nombre de Asdrúbal. Estaba ubicado en la parte superior del barrio de la Concepción, en una finca llamada ´La Loma´, donde tenía su segunda residencia don Serafín.

Un hito importante, ocurrido en marzo de 1914, fue la declaración de utilidad pública de las aguas minero-medicinales por parte del ministerio de la Gobernación.

Dicha declaración se consiguió tras el obligatorio examen médico llevado a cabo por el doctor Nicolás Pérez Jiménez. Gracias a su publicación en la Gaceta de Madrid, periódico que después sería el Boletín Oficial del Estado, sabemos que el caudal del agua era de 210 litros por minuto y la temperatura a la que salía era de 18º centígrados.

En cuanto a las enfermedades para las que las aguas tenían propiedades curativas estaban las generales y trastornos de la nutrición, diabetes, enfermedades de la piel, dolencias del tubo digestivo y afecciones del aparato genital.

Los modos en los que se podían usar eran en bebida, duchas, pulverizaciones y baños, especificándose en este último supuesto que había caudal suficiente para atender a las necesidades de un establecimiento balneario. Balneario que no se llegó a construir pero para el que se recomendaba como época de apertura del 1 de abril al 30 de junio y del 1 de septiembre al 30 de noviembre.

Al optar por el uso en bebida se construyó en ´La Loma´ un edificio de dos plantas, proyectado por el arquitecto Francisco de Paula Oliver Rolandi, destinado a fábrica de embotellado de tan preciado elemento. Pronto debió de extenderse la fama del manantial pues en la revista de sanidad militar de marzo de 1915, se incluían las aguas del Asdrúbal en el libro de peticiones de los hospitales militares.

También se llegó a vender en las principales farmacias, droguerías y establecimientos de la capital de España al precio de 1,10 pesetas la botella, abonándose 0,10 por casco que se devolviera. Y para terminar citaré como ejemplo de campaña de publicidad curiosa la que hizo en la prensa local la compañía de bebidas. Esta consistió en entregar gratuitamente dos litros de agua diaria durante un mes a quien lo solicitara, campaña que se repitió ofreciendo 30 litros de agua a cada enfermo que presentara análisis reciente de glucosa o certificado de un médico de la localidad.