Son pareja y residen en la calle del Aire desde hace más de treinta años. Cuando se les pregunta por la posible peatonalización de esta vía, ella parece mostrarse conforme, pero él se muestra rotundo al negarse. Ambos coinciden en que impedir el paso de vehículos sería beneficioso para la seguridad y habitabilidad de la zona, aunque temen que esto también provoque que se recuperen los bares de ocio y la movida nocturna de hace dos décadas.

«Hemos pasado mucho. Hubo unos años en los que no podíamos dormir ni vivir. Incluso nos planteamos vender nuestra casa porque la situación era insoportable. Por eso nos negamos a la peatonalización. Si hicieran algo como en la Puerta de Murcia, estaríamos conformes, pero no queremos volver al pasado», explican al unísono.

María, una vecina que también reside en esta zona desde hace varias décadas, no se muestra de acuerdo con esta afirmación.

«Yo creo que peatonalizar nos vendría de maravilla a todos. Pasar por aquí es jugártela, ya que los coches se suben a la acera constantemente. Además, vendría más gente a pasear», relata.

Mari Carmen San Isidoro, propietaria de la zapatería Calzados Pasitos, es contraria a la peatonalización. Eso sí, aclara que es por el tipo de negocio que tiene. «Yo vendo zapatos para niños y muchos padres vienen con prisas.

Dejan el coche mal estacionado o dan una vuelta mientras su pareja compra los zapatos y después siguen la marcha. Si impiden que los coches pasen, mis ventas se reducirán», afirma.

Los propietarios de la panadería La espiga dorada, situada en esta calle, también son contrarios a que se impida el paso de vehículos.

«Esta es la única vía que tiene el centro para que lleguen los coches. Si nos lo quitan, ¿por dónde entramos? Sí, vale, dejan pasar a los residentes, pero ¿qué pasa con nuestros familiares que vienen a vernos?», explican.

La visión de los hosteleros es diferente, ya que ellos, como el propietario de El Barril, Salvador Villegas, apuestan por la peatonalización como algo positivo no sólo para sus negocios sino también para la recuperación de esta

céntrica vía.

Algo en lo que sí coinciden vecinos y comerciantes es en la necesidad de que los turistas que visitan el Teatro Romano lo abandonen por la Cuesta de la Baronesa, en lugar de por la plaza del Ayuntamiento.

«Eso sí que contribuiría de verdad a dar vida a esta zona, que a partir de las cuatro de la tarde está totalmente

muerta», señala Mari Carmen San Isidoro.

También coinciden vecinos y comerciantes en el mal estado de los adoquines que forman la calzada de esta vía y que se deteriora con demasiada frecuencia, precisamente, por el paso de los coches.