Las vallas que bordean el espacio central de la plaza del Rey pasarán a la historia el próximo jueves, día en que el ayuntamiento de Cartagena tiene previsto inaugurar el bosque artificial con actividades infantiles para atraer a los niños a este recinto situado en pleno corazón del centro histórico de la ciudad.

El proyecto, que ya ha despertado la curiosidad y las opiniones de muchos ciudadanos, recrea la antigua arboleda que poseía la plaza del Rey, en la década de los años 70. El arquitecto Bernardino García ha querido introducir un diseño moderno que contrasta con la sobriedad castrense del Arsenal militar, sin restar visibilidad a la instalación militar.

Uno de sus principales atractivos son las nuevas zonas de sombra que crean las pérgolas de acero y láminas de PVC, que simulan árboles de diferentes tamaños y que ocupan la mitad de la plaza. El equipo de Gobierno quería inaugurar este recinto el pasado diciembre. Sin embargo, el desarrollo de las obras del Plan E hizo imposible que se cumpliera esta previsión. La instalación consta de catorce árboles distribuidos en el espacio existente entre las dos casetas de acceso peatonal al parking y el muro lateral de Capitanía. Las ramas de los árboles se curvan e inclinan de distinta manera, al tiempo que sirven de apoyo a las hojas hechas de plexiglás, un tipo de PVC que es resistente a la lluvia.

Las hojas se han colocado de forma que permitan el paso del aire cuando sople el viento para simular el sonido de las velas de los barcos en los puertos, según el diseño del arquitecto. Los colores elegidos para las hojas son dos tipos de verde y un marrón similar al que suelen tener en otoño, con el fin de que la instalación se asemeje lo más posible a la naturaleza. Por el mismo motivo, la altura de cada estructura varía alcanzando una longitud de entre quince y otro metros.

Son muchos los vecinos y transeúntes que han mostrado sus recelos ante este proyecto, aunque el arquitecto ya pidió en su momento a los ciudadanos que esperasen a que terminará la obra para valorar el diseño en todo su volumen. Algunos creen que se ha incorporado demasiado metal al proyecto y otros critican que los niños apenas tendrán espacio para jugar. Los principales interesados en que concluyesen los trabajos son los propios hosteleros de la zona, quienes llevan meses observando los detalles y avances de estas obras, cuya ejecución ha costado a las arcas municipales alrededor de 426.500 euros.