El puerto con toda su belleza, la cúpula del restaurado Palacio Consistorial, la maravilla arquitectónica que es el Gran Hotel, el Ensanche, la zona noble del casco antiguo, pero también el abandonado Monte Sacro, la basura acumulada en las calles más deterioradas y los solares. Toda la belleza y todas las vergüenzas de la ciudad quedan al descubierto cuando se llega a la zona más alta del cerro del Molinete.

El espectáculo es único y permite hacerse una idea de la importancia que este parque debe tener para la ciudad, no sólo en el futuro, sino también en el más inmediato presente.

El parque tendrá unos doce mil metros cuadrados, casi tres mil más que Los Juncos, y contará con zonas verdes, bar y juegos infantiles. Pero quizás eso es lo de menos, ya que lo que verdaderamente lo hará único serán los restos arqueológicos que lo coronan y que permitirán a sus visitantes acercarse un poquito más al pasado más espléndido de la ciudad.

Paseando se podrá contemplar el molino del año 1.764 y ver las pinturas que lo decoraban cuando se transformó en una ermita. No se podrá entrar para evitar que las pinturas se deterioren, pero si se podrán disfrutar a través de un sistema de espejos.

Habrá que seguir subiendo para llegar a la joya de la corona, los restos púnicos y romanos que permiten hacerse una idea de cómo debió ser la ciudad que destruyó Escipión y la que construyó posteriormente.

En lo alto del cerro se pueden ver los sistemas con los que nuestros antepasados conseguían agua de lluvia para beber. «Es que entonces ya se preocupaban por este tema, que era de vital importancia», precisa María José Madrid. También está muy bien conservada la piscina en las que se realizaban baños rituales en el templo de Atargatis, allá por el siglo III antes de Cristo.

Por no olvidarnos de la Muralla del Dean, que luce señorial protegiendo la ladera norte.

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El cerro del Molinete siempre ha estado habitado, prácticamente desde la época púnica hasta los años 70 cuando comenzaron las expropiaciones, y ahora está llamado a convertirse en un espacio emblemático para la ciudad, en cuya falda se instalará un centro de interpretación arqueológica también único que competirá en protagonismo con el mismísimo Teatro Romano, que hasta ahora es la joya de la corona del patrimonio arqueológico cartagenero.

Pero eso no basta si el entorno está deteriorado y los visitantes sólo pueden llegar al parque en horas puntas.

«Esto se va a solucionar. Todo el entorno se va a recuperar, es cuestión de poco tiempo», asegura contundente el concejal de Urbanismo Joaquín Segado en lo alto del cerro.

Por otra parte, la instalación de la cubierta del yacimiento del Molinete situado en el entorno de la calle Honda marcha a buen ritmo. Esta infraestructura, que cuesta alrededor de un millón de euros, la financia la Comunidad Autónoma a través de Cartagena Puerto de Culturas. El objetivo de la Comunidad es que este yacimiento se pueda visitar a partir de la Semana Santa del próximo año.