Larvi prepara su adiós. Tras setenta y cinco años vistiendo a los cartageneros con elegancia y sobriedad, ahora se despide por la falta de relevo generacional. La tienda de madera, con sus grandes escaparates, situada a escasos metros de la iglesia de Santa María de Gracia, cerrará sus puertas antes del verano, dejando al casco antiguo sin uno de los últimos exponentes del comercio tradicional de la ciudad.

José Mulero lleva toda la vida detrás del mostrador de Larvi, primero en la Puerta de Murcia y desde hace treinta y tres años en la calle del Aire. "Son más de cincuenta años de cara al público y ha llegado el momento de liarme la manta a la cabeza y de decir adiós", explica con emoción contenida el propietario de esta conocida tienda de ropa, que funciona desde hace setenta y cinco años en la ciudad.

Larvi es uno de los escasos comercios tradicionales que queda en el centro de la ciudad y antes del verano echará la persiana por la falta de relevo generacional. "Yo me jubilo porque los años van pasando y necesito descansar. Mi hija no se puede hacer cargo del negocio y por eso he decidido cerrarlo", señala José Mulero sin dejar de atender a sus clientas.

Clientes de otras ciudades

Larvi tiene una larga historia a sus espaldas y numerosos clientes a los que ha vestido durante décadas. "Aquí venía gente de Valencia y de Madrid a comprar. Por supuesto que nos dicen que les da pena que cerremos, pero ha llegado el momento de hacerlo", explica con nostalgia y emoción el propietario.

Larvi se suma de esta forma a una larga lista de comercios tradicionales que en los últimos años han echado la persiana empujados por las grandes franquicias y por la crisis económica. En esta lista se encuentran locales tan conocidos como Sir Dam o Casa Garnero, que hace apenas unas semanas cerraba su tienda de la calle del Carmen también por la falta de relevo generacional de los propietarios.

"Es una pena lo que está ocurriendo. Antes bajabas a comprar y conocías a todos los dependientes y a los dueños porque estaban ahí toda la vida. Ahora es todo mucho más impersonal", se queja Francisca Sánchez, una vecina del casco antiguo.

Pero el cierre de Larvi no es inmediato, ya que de momento están vendiendo todo el material que les queda en los almacenes.

"Si las ventas van bien cerraremos antes. De cualquier forma, antes del verano echamos la persiana", precisa el dueño.

El futuro del bajo comercial también es una incógnita. "Seguramente lo alquilaremos, aunque no está del todo decidido. Ya veremos lo que ocurre", afirma José Mulero, mientras muestra unas camisas "de gran calidad, como todo lo que tenemos aquí", a una de sus clientas que sin lugar a dudas le echará de menos dentro de unos meses.