Pasacalles, espectáculos de aves rapaces, de animación con malabares, acrobacias y zancos saltarines, cuenta cuentos, espectáculo de fuegos, el tradicional paseo de ocas y burritos y más de cien puestos artesanales en los que comprar. Eso es el mercadillo medieval que se celebra por octavo año consecutivo en las calles del casco histórico, que se disfrazan para vivir sus días más intensos del año.

Calles que apenas son transitadas cuando cae la noche, aparecen repletas de ciudadanos de toda la comarca que buscan abalorios, manjares y regalos de todo tipo entre los numerosos puestos.

Sus 110 puestos son foco de atracción de multitudes durante todo el fin de semana y a muchos les parecen pocos dos días para disfrutar de este evento tan esperado por los cartageneros en el mes de noviembre.

La alcaldesa Pilar Barreiro fue la encargada de inaugurarlo ayer y la primera en experimentar qué se siente al tener un búho sobre la mano. Este año se ha instalado un lagar en el que se puede pisar la uva.

Y todo ello en un escenario callejero donde abundan juglares, caballelos, damas y artesanos, quince de ellos cartageneros. Desde la calle Cuatro Santos hasta la plaza de la Merced, la ciudad se transforma y regresa a la Edad Media.