Me cierran por reformas y a mí no me da la gana de que me reformen más, ya que los que deberían reformarse no se reforman nunca ni nadie les obliga a que se reformen. Se pasan el tiempo reformándome para hacer reformas de seguridad que nunca me dejan segura en una situación de inseguridad permanente. Ya está bien. Voy a cumplir 125 años y merezco un respeto por lo que simbolizo, dicen, desde el primer día. No puedo ser simplemente una mera postal turística. Harta estoy de representar ese "sueño americano" que se basa en el lema "Mi éxito conlleva tu fracaso". Más que sueño, propaganda y pesadilla. Lo dice la Estatua de la Libertad, que es una servidora. La gran banca estafa a la población, y la crisis económica, energética y climática provoca más pobreza. Este sueño y este cuento se acabaron. Las libertades no pueden consistir sólo en la capacidad de los individuos a la hora de elegir una hamburguesa o un perrito caliente con mostaza. Que no cuenten más conmigo para interpretar el personaje de la convidada de piedra. Me largo con la música de la libertad a otra parte. Lejos de la capital financiera de Wall Street, ese mágico parque de atracciones que nos degrada cada día, y con el objetivo de que otro mundo quizá sea posible. Inventemos, por tanto, el sueño de un globo mejor y más justo. No quiero que me pase lo mismo que le pasa a la Estatua en algunas de esas películas de ciencia-ficción que poco a poco están perdiendo la ficción para convertirse en realidad.