Minerales como el coltán, el volframio, el tantalio, el estaño, el tungsteno, incluso en algunos casos el oro, se utilizan en la fabricación de dispositivos electrónicos como teléfonos móviles, reproductores multimedia y ordenadores. Muchos de ellos son extraídos en minas del continente africano, generalmente de países que llevan años soportando conflictos bélicos internos (por ejemplo, la República Democrática del Congo, es uno de los principales exportadores mineros del mundo).
A partir del 1 de enero de 2012 una normativa en los Estados Unidos obligará a las empresas a presentar certificados de procedencia de todas las materias primas que se importen para la fabricación de los productos de electrónica de consumo. Para ello, se elaborará una lista con los materiales (bautizados como “minerales de zonas en conflicto”) y los países no autorizados por parte del gobierno americano como fuente de importación de minerales destinados al sector tecnológico.
El objetivo teórico de tal norma es reducir los ingresos de los grupos armados, normalmente guerrillas territoriales y paramilitares, que controlan las minas de estas materias primas y que se financian con dicho dinero. Tampoco debiera olvidarse a los trabajadores, que seguro operan en condiciones de semiesclavitud (o esclavitud completa) y total precariedad laboral y de seguridad. Además, por si fuera poco lo anteriormente mencionado, se puede añadir el grave deterioro ecológico en las zonas cercanas a las minas. En áreas como la de los Grandes Lagos en el Congo, los gorilas están en peligro de extinción debido a esta deforestación derivada de la actividad minera.
De hacerse bien las cosas y no dejarse sobornar, estas “trabas” legales que pondrán las empresas estadounidenses afectarán a los exportadores de minerales africanos, que astutamente ya están trasladando parte de su negocio hacía el mercado asiático. Por ello, los Estados Unidos debieran también centrarse en convencer a los teóricos nuevos clientes en Asia para que también dejen de comprar estos minerales.
Lamentablemente, intuyo que no es una solución definitiva ya que si una empresa no compra, seguro que otra lo hará, pero es un primer paso y merece que se le dé repercusión en los medios.