La idea de que ‘vivÃamos por encima de nuestras posibilidades’ se ha convertido en un mantra que justifica todo lo que la crisis ha traÃdo consigo. Comenzaron expresándola los europeos al hablar de los PIGS, es decir, de los paÃses del sur de Europa, y aquÃ, en España, ha servido para justificar toda esa pesadilla de los recortes, las subidas de impuestos, la reforma laboral, la bajada de sueldos generalizada, etc., etc.
Bien, vale, vamos a aceptar que vivÃamos con optimismo y muy al dÃa. Una pareja, trabajando los dos, pensaba en casarse e iba a un banco a pedir una hipoteca para comprarse una casa. El banco o la caja de ahorros se la concedÃa, ellos sacaban cuentas y podÃan pagar las cuotas. A menudo, la entidad le ofrecÃa darles más dinero aún del que pedÃan para que pudieran comprarse también el coche o los muebles, y ellos aceptaban. No parecÃa haber ningún problema. Ganaban lo suficiente para poder hacer frente a esos pagos y vivir; la situación económica era estable, todo el mundo lo hacÃa. ¿Por qué no yo?
El ejemplo de la compra de la casa es significativo, pero hay muchos más: Una persona de clase media entraba en una exposición de pintura, le gustaba un cuadro, tenÃa el dinero para comprarlo, o no lo tenÃa, y preguntaba en la galerÃa si podÃa pagarlo en unos cuantos plazos. Sacaba sus cuentas y le era posible hacerlo, asà que se embarcaba en una deuda a cambio de algo que le producÃa un gran placer tener en su casa. Y lo mismo con un viaje o con la instalación del aire acondicionado. ¿Era esto vivir por encima de nuestras posibilidades?
Probablemente sÃ, pero no sabÃamos nada, no tenÃamos la más mÃnima información sobre la posibilidad de que todo pudiera irse a hacer puñetas porque una empresa financiera en EE.UU. estuviera vendiendo hipotecas basura a otras entidades de todo el mundo y que ese factor traerÃa consigo la mayor crisis que hemos vivido desde la guerra civil.
Por otro lado, los polÃticos gobernaban este paÃs. Las tres administraciones, la estatal, la regional y la municipal, en manos de un partido o de otro, regÃan nuestras ciudades y nuestros pueblos, rivalizando entre ellos a ver cuál hacÃa la obra más impresionante, el acto más brillante, la conmemoración más tremenda. En Matalaperra de Encima se construÃa un auditorio con programación millonaria como respuesta al que se habÃa construido en Matalaperra de Abajo. Se trataba de que a una ciudad llegase lo mejor de lo mejor, independientemente del gasto que produjera, asà que, si se podÃa traer al mismÃsimo Papa, se traÃa, si se podÃa conseguir que el mejor director de orquesta del mundo viniera a ese Matalaperra, o a Murcia, o a dónde fuera, aunque cobrara 200.000 euros por su actuación, venÃa. Qué les voy a decir de AVES y aeropuertos, de grandes eventos musicales, de edificios inteligentes, o tontos perdidos, para la administración autonómica, para la municipal, para los componentes del grupo de actividades diversas relacionadas con el autobombo y el hazme la foto, nene, y si te vi no me acuerdo.
Los ciudadanos mirábamos y nos mirábamos en nuestros polÃticos, y también querÃamos sentir esa alegrÃa de vivir y gastar. Algunos de ellos, al despiste, aprovechaban la coyuntura y se lo llevaban crudo. HabÃa para todo. Para los megaproyectos y para las megacuentas en Suiza, o para los megasobres, o las megacomisiones, o las megadietas. Ahora hay que quitar de donde sea. Lo último aquÃ, en la Región de Murcia, 300 millones más del presupuesto que nos afecta a todos los ciudadanos, a nuestra Sanidad, a nuestra Educación, etc.
La razón de este nuevo recorte es que ustedes y yo, hermanos, vivÃamos por encima de nuestras posibilidades. Somos culpables. Paguémoslo.