Lo de la mirada femenina tal vez les remita al autor Lorenzo Silva, que tiene un interesantísimo y muy recomendable libro con el mismo título, La mirada femenina, en el que analiza la mirada femenina en literatura. Probablemente algunos vean en esas dos palabras un manifiesto feminista más al que hacer oídos sordos. Ojalá logre explicarme y convencerles de la importancia de feminizar nuestro mundo.

Después de ver en el telediario la explícita paliza que le propiciaba un hombre a su novia, paliza que quedó grabada por las cámaras de seguridad de la calle de la víctima; tras ver cómo ese gorila cobarde de mierda arrastraba a su mujer escaleras arriba agarrándola de los pelos al más puro estilo paleolítico, y la pobre mujer no podía más que abandonarse a su suerte cual muñeca de trapo, me veo en la obligación de reiterar la urgente necesidad de feminizar nuestro mundo. El modelo patriarcal no sólo está obsoleto sino que nos va a matar. Nos estamos cargando los unos a los otros, y encima estamos acabando con el planeta. Si prefieren, miren para otra parte.

El hombre valiente, el verdadero macho alfa es el que protege, el que cuida, no el que agrede a los suyos. Cuando uno tiene un buen equilibrio entre lo femenino y lo masculino, y una buena educación formal a la vez que emocional, además de una pizca de sentido común y cultura, nunca se te ocurriría agredir a nadie.

Los vergonzosos y dolorosísimos episodios de violencia que está viviendo la comunidad homosexual en países como Rusia o en algunos estados árabes son también pura violencia machista. Todo forma parte de lo mismo. Es pura rabia encubierta. Incapacidad de entender o de empatizar con el otro, incapacidad de comprender lo femenino en esencia. Y como algunos se sienten desbordados, tienen un cortocircuito cerebral y terminan machacándolo todo. Rompemos lo que se escapa a nuestro entendimiento. Es la falta de aceptación de «lo diferente» en términos deleuzianos.

Feminizar, como dije, no es un asunto de género. También hay mujeres machistas. Muchas. Mujeres que cuando se produce un maltrato se callan y asienten. O que hacen la vista gorda y así apoyan esa misma violencia. Hay que ser valiente para denunciar. A muchas les cuesta posicionarse. Hay abuelas y madres que siguen aleccionando a sus hijas para estar al servicio de los hombres. Hay mujeres que venden a sus hijas. La miseria e ignorancia humanas son infinitas. Hay madres que degradan a sus hijos sólo por ser homosexuales. En fin, una locura.

En nuestro país, cada día muere una mujer por violencia de género. ¡Imagínense si fuera al revés! Si cada día muriera un hombre a manos de una mujer pensarían que las mujeres habríamos declarado la guerra. Si cada día nos mataran a un soldado en cualquier país del mundo, declararíamos la guerra a ese país. La violencia de género es una guerra silenciosa, la guerra más larga que hemos vivido: empezó con el inicio de los tiempos y parece no acabarse nunca.

Sin duda es una lacra que debe avergonzarnos a todos, tanto a hombres como a mujeres, y me alegra que en esta legislatura el gobierno se ponga manos a la obra con este asunto. Aleluya, ¡por fin se ponen a currar!

Creo que es fundamental educar a los niños desde pequeños. El machismo se cuela con una facilidad asombrosa en cualquiera de nuestros hogares. El niño cómodamente sentado en el sofá, y la mamá preparando el desayuno. El niño que te dice que un amiguito ha llamado puta a una compañera. El adolescente que te suelta que piensa follarse a todas las niñas que se le pongan delante, como hacen sus referentes en música Pop o Rap.

Y una reflexión más: ¿Qué música compramos?, ¿qué discursos o mensajes reciben nuestros hijos?, ¿qué videoclips ven desde que apenas tienen uso de razón?

Creo que es importante que seamos críticos con nosotros mismos, que cuestionemos esta sociedad consumista y materialista y nos propongamos recuperar ciertos valores que han caído en desuso. Y más ahora con el influjo de la Navidad. La sensibilidad, la compasión, la empatía, la responsabilidad no sólo de los deberes del cole, sino también de nuestro entorno. Como sociedad todos deberíamos remar en la misma dirección y no tener miedo a feminizarnos un poco y armonizarnos así con nuestra madre Tierra.