Las versiones ST y ST200 coronan la gama Fiesta con prestaciones y mucha pasión. Para esta ocasión no nos quedamos con medias tintas y nos vamos directamente al más potente, al ST200 de nada menos que 200 CV (el ST ´normal´ tiene 182 CV), todo un regalo para los sentidos que invita a no bajarse de su puesto de conducción.

Ya a simple vista, su carrocería de tres puertas (la única opción para esta meteórica versión) nos dice por dónde ´van a ir los tiros´. Hay varios aditamentos aerodinámicos en las defensas y en la parte alta del portón, así como una monta de neumáticos especial de vistosas llantas con cinco radios y 17 pulgadas. Dentro lo más sobresaliente son sus asientos firmados por Recaro, que, si bien por su forma hacen que entremos y salgamos un poco más lentos (la edad empieza a notarse...), sujetan el cuerpo en curvas como el mejor deportivo que hayamos probado.

También saltan a la vista las molduras retroiluminadas en la zona inferior de las puertas con el logo ´ST´ en rojo. El resto del interior es prácticamente el mismo que el de sus hermanos de gama, con un salpicadero funcional, aunque algo abigarrado de botones para gobernar el sistema multimedia Sync con navegación y control por voz. La pantalla asociada es algo pequeña (5 pulgadas), pero se sitúa en una zona muy visible. El panel de instrumentos no ofrece información diferenciada para un coche de estas características, pero la mostrada es clara y vistosa.

Detrás, la habitabilidad es ligeramente más reducida por el volumen de los asientos delanteros, pero aun así, dos personas (mejor que tres) viajarán con espacio de sobra siempre que no sean de mucha estatura. El maletero es como el del resto de la gama, con una capacidad de 290 litros.

Por su puesta a punto y, sobre todo, por su motor, el Ford Fiesta ST200 es un coche adictivo. Primero tratamos la mecánica, que consiste en el bloque de gasolina de 1,6 litros EcoBoost sobrealimentado del ST de 182 CV, pero con una gestión electrónica que logra subir hasta los 200 CV.

Tiene fuerza en cualquier rango del cuentavueltas, aunque se encuentra más a gusto en la zona media y alta del mismo (el corte se produce a unas 6.500 rpm). El turbo ayuda inmediatamente, sin retrasos, y la respuesta, especialmente en las marchas intermedias del preciso cambio manual de seis velocidades, es fulgurante. Todo ello acompañado de cierta espectacularidad del sonido del escape, que se deja notar también en el interior para mayor gloria del piloto, aunque puede resultar algo cansino en un viaje largo.

Noble y aplomado en tramos comprometidos, digiere con mucha competencia sus 200 CV y sobre todo, su par de 290 Nm (entre las 2.500 y las 4.000 vueltas). Enfoca muy bien la delantera, gracias a una dirección de cine para un coche de este segmento, y permite redondear la trazada porque la trasera se abre si levantamos el pie del acelerador en mitad de una curva. Eso le hace divertidísimo y muy rápido en carreteras lentas, donde apoya muy bien y además, teniendo en cuenta su firme tarado de amortiguación, no resulta incómodo, lo cual es un logro para este tipo de deportivos compactos.

Otra cosa llamativa es su poca sed, pues nos ha dado una media por debajo de siete litros conduciendo por ciudad (sufriendo los eternos atascos de las obras de la zona norte de la capital murciana) y también en trayectos por montaña apurando las marchas.

Como es el tope de gama de la familia Fiesta, el listado de elementos de equipamiento es abultado. Así encontramos los mencionados asientos Recaro con calefacción, las llantas de 17 pulgadas, el programador de velocidad, el volante con mandos, la navegación en el equipo de sonido con manos libres, la llave que puede personalizar varias funciones del coche, los sensores de lluvia y luces, etc.

Quien se decante por el Ford Fiesta ST de 182 CV deberá pagar 21.725 euros; quien prefiera estos 18 CV más, que implican una puesta a punto desarrollada para la ocasión y un extra de adrenalina, deberá desembolsar los 25.300 euros que cuesta el Fiesta ST200.