El Real Murcia se ha actualizado. Su versión 15-16 promete incluye importantes. Después de una fase beta, la afición esperaba el lanzamiento definitivo. Ayer era la fecha señalada en el calendario: el debut en Nueva Condomina. Pero nadie puedo disfrutar de la innovación y la transformación avanzadas por los granas. Sobre todo porque los cambios introducidos chocan frontalmente con un procesador y una memoria RAM anticuada y que no es la primera vez que queda en evidencia. Al igual que los usuarios del iPhone 4 están condenados a la lentitud de sus aplicaciones; a los abonados del Real Murcia, que acumulan varios masters en paciencia, no les queda otra que seguir soportando a un entrenador con unas ideas tan limitadas que apenas sobrepasan la línea defensiva.

Ocurrió en Marbella hace una semana y volvió a suceder ayer en un estadio en el que cualquier equipo pequeño, porque el Villanovense lo era, supera en intensidad a un Real Murcia que cada vez se parece más a uno de esos ordenadores capados que apenas permiten realizar un par de tareas. En este caso, defender y patear.

Porque, después de lo visto ayer y lo sufrido en la última temporada, los granas siguen ignorando el centro del campo y descartando de inicio el juego por bandas. Nada de velocidad, nada de criterio. Su estrategia, que cabría en una pizarra de esas en las que los entrenadores del baloncesto pintan sus jugadas en los tiempos muertos, se limita a encontrar a Carlos Álvarez en un solo pase. Unas veces Fernando y la mayoría Jaume Sobregrau son los elegidos por Aira para patear el esférico, mientras que el delantero asturiano, siempre en inferioridad, es el encargado de pelearse con los defensas rivales en una zona demasiado alejada de su territorio.

Los otros ocho jugadores, especialmente los centrocampistas, simplemente miran y corren sin sentido. Da igual cómo se llamen y el historial que tengan. Así sucedía ayer con Rafa de Vicente o en pretemporada con Alejandro Chavero, ante el Villanovense fuera de la convocatoria por unos problemas musculares. La presencia del malagueño pasó desapercibida. En ningún momento fue capaz de poner tranquilidad y calma a las prisas de sus compañeros de la defensa.

Hubo una jugada, pasada la media hora y cuando Arturo ya había aprovechado un error del meta José Fuentes para poner en el marcador el 1-0, que dejó claras las prioridades. De Vicente, sabedor de la ventaja en el marcador y de lo beneficioso de tener el balón, intentó coger la batuta y gestionar los tiempos hasta que eligió al compañero erróneo y cedió el balón a Jaume Sobregrau, que, consciente de los gustos de su entrenador, no dudó en regalar el esférico a la defensa contraria, que agradecía una y otra vez la falta de ambición de un conjunto murcianista que en su campaña de captación de abonados presume de escudo centenario.

Y eso que ayer, a diferencia de muchos partidos anteriores, el Real Murcia encontró el gol a las primeras de cambio. Un centro sin peligro de Pumar sorprendió a José Fuentes, que solo pudo despejar como pudo hasta el punto de asistir a un Arturo que, como ocurriera hace justo un año, aprovecha sus minutos con goles. El canterano no falló y a los cuatro minutos Nueva Condomina, además de celebrar el gol, ya se frotaba las manos pensando que lo de Marbella había sido un traspié y que la nueva app estaba lista para ser instalada.

Pero el gol fue un espejismo. Si antes del tanto, diga lo que diga Aira, no se dominó, tampoco se hizo a continuación. Un lanzamiento de falta de Isi que se marchó arriba y un remate de Armando fueron de las pocas aproximaciones de un conjunto grana que dejó, como buen anfitrión, que el Villanovense fuese ganando oxígeno conforme pasaban los minutos. Sin los detalles de Rafa de Vicente y sin atajos por las bandas, el esférico deambulaba de un lado para otro como el niño que no consigue atraer la atención de sus padres. Ver tres pases seguidos sobre el césped de Nueva Condomina era una utopía. Solo Isi, posiblemente en la única acción de los extremos en la primera parte, se marchó de varios rivales para poner un balón de lujo a un Carlos Álvarez cuyo remate no estuvo a la altura del regalo que acaba de recibir. El asturiano golpeó como le vino y el balón salió blandito a las manos de José Fuentes.

Y si las sensaciones eran malas, el resultado fue a peor cuando Juan Guarnido aprovechaba la grieta abierta en el muro Satrústegui-Jaume para colarse dentro del área y batir a un Fernando que ya estaba en el suelo incluso antes de que el delantero del Villanovense golpease el balón.

El paso por vestuarios no cambió nada. A la ausencia de alternativas se unió el nerviosismo por agradar a una grada que prefería resoplar a pitar. Cualquier intento de tocar resultaba en balde, demostrando que los jugadores están tan concienciados en otra cosa que han olvidado lo bonito que es compartir. Armando lo intentó para mal. No dio una, condicionando cualquier posibilidad de ataque.

Los cambios trajeron algo de luz al juego y, sobre todo, a Isi. El canterano, con la salida al campo de Sergio García, pasó a la banda derecha, donde se encontró más cómodo para encarar a Tapia. También dio más posibilidades Azkorra, quien ayer debutaba con la grana. Incluso Fran Moreno aportaba más creatividad en los últimos veinte minutos.

El juego por banda y los centros aumentaron, también las combinaciones. Azkorra y Carlos Álvarez hacían sufrir a la defensa del Villanovense, les avisaban de su presencia. Pero ya era tan tarde que el mensaje de error de actualización volvió a impedir la instalación de la nueva app del Real Murcia. Todo por falta de memoria JMA (perdón, RAM).